En esta entrada te mostramos los pasos a tener en cuenta para establecer un código de colores durante las tareas de limpieza profesional.

 

Cada vez son más las organizaciones que recurren a un sistema de código de colores para las tareas de limpieza.

El principal objetivo de todo esto es ahorrar costes durante el proceso y prevenir problemas de contaminación cruzada.

A la hora de establecer un código de colores en la limpieza, muchas empresas cuentan con sus propios protocolos, pero siempre es importante que estos se fundamenten en base a una estrategia y unos principios básicos.

En esta entrada vemos cuáles son los principales pasos a seguir para codificar la limpieza por colores.

 

 

Paso 1. Identificación de los riesgos habidos y por haber

El primer paso para establecer un código de colores en la limpieza es identificar los riesgos existentes y también aquellos potenciales en las instalaciones de trabajo.

Por ejemplo, en la industria alimentaria hablaremos de alérgenos, mientras que en sanidad predominarán las infecciones o los cuerpos extraños. Todos estos riesgos, a su vez, dependen de otras variables, como es el caso del estado de salud de los pacientes, en los ámbitos sanitarios o de los requisitos legales, en los entornos industriales.

Identificar a qué tipos de riesgo nos enfrentamos en cada caso nos ayudará a que la codificación de la limpieza por colores sea efectiva.

 

Paso 2. Delimitación o zonificación de las instalaciones

 

 

Una vez hayamos identificado los riesgos que se presentan en cada instalación, esto nos ayudará a clasificar las diferentes zonas o áreas del recinto.

Por ejemplo, no se presenta la misma problemática en la zona de los baños que en una cocina.

Existen diferentes variables que nos permitirán delimitar o zonificar las instalaciones. A continuación, vemos cuáles son:

 

 

Zonificación según la materia manipulada

 

La materia con la que se trabaja en cada área de las instalaciones puede resultar determinante para identificar los diferentes tipos de riesgo.

Por ejemplo, en un hospital evitaremos mezclar los elementos que se usan para la limpieza de las zonas con pacientes infecciosos con aquellos que se utilizan para la higiene de las zonas comunes.

En el caso de la industria alimentaria podemos ayudarnos diferenciando los alimentos manipulados, asignando el color rojo a las áreas en las que se trabaja con carne y el color azul a aquellas áreas en las que se trabaja con verduras, por ejemplo.

 

Zonificación según los procesos de trabajo

 

 

Esta estrategia es más habitual en los entornos industriales y no tanto en los sanitarios, ya que estos últimos suelen tener bien diferenciados sus espacios en función del tipo de trabajo que se desarrolla en cada uno.

En cambio, en la industria alimentaria, por ejemplo, podemos encontrarnos con que se desarrollan diferentes procesos en una misma planta.

Separando virtualmente los diferentes procesos y asignando un color para cada uno durante las tareas de limpieza prevenimos problemas de contaminación cruzada.

 

 

Zonificación según la delimitación física

 

Este sería el caso de los entornos sanitarios, en los que encontramos el área quirúrgica, la zona de recepción o el área de consultas.

En estas instalaciones ya tenemos los espacios delimitados en función del tipo de actividad o de riesgo que presenta cada uno de ellos.

Lo que debemos hacer en este caso es asignar un color a cada zona concreta y evitar mezclarlos entre sí para prevenir así la contaminación cruzada.

 

Principios básicos para establecer un código de colores en la limpieza

 

 

Una vez hayamos diferenciado o delimitado las diferentes áreas en base a los criterios que hemos expuesto, debemos asignar un color a cada una de ellas.

A continuación, exponemos algunos puntos a tener en cuenta para que la codificación de la limpieza por colores sea todo un éxito.

 

 

Recurre a colores bien contrastados entre sí y con la materia que desees limpiar

 

 

El éxito de codificar la limpieza por colores reside en diferenciar, entre otras cosas y a simple vista, si quedan restos de materia en los paños o utensilios de limpieza.

Para que esto ocurra, es importante elegir colores que generen el máximo contraste no solo entre los residuos que hay que limpiar, sino también entre el resto de los utensilios de diferente color; así evitaremos confundirlos.

Por ejemplo, para la limpieza de las zonas en las que se manipula carne, podemos usar utensilios y paños de color azul, ya que es una tonalidad totalmente diferente y nos permitirá ver a simple vista si quedan restos de residuos en el paño antes de volver a aplicarlo sobre otra superficie en el mismo espacio.

 

 

Usa colores que resulten fáciles de combinar y recordar

 

Cuando se dispone de diferentes espacios o delimitaciones durante la limpieza, es posible que nos quedemos cortos asignando las diferentes tonalidades.

En estos casos, se suele recurrir a combinaciones de color. Por ejemplo, podemos usar un mango blanco con un cepillo verde para una zona, en la que el color blanco haga referencia al espacio genérico y el color verde a un proceso concreto.

Llegados a este punto, es importante que las combinaciones que utilicemos sean sencillas y fácilmente identificables para personas que sufren problemas de daltonismo. Por ejemplo, debemos evitar mezclar el rojo con el verde.

 

Codifica la limpieza por colores de una forma coherente

 

 

El hecho de que podamos hacer múltiples combinaciones de color no quiere decir que podamos hacer un uso ilimitado de éstas.

Las combinaciones deben tener sentido y estar justificadas. De lo contrario, únicamente conseguiremos confundir al personal de limpieza y el sistema de código de colores perderá todo el sentido.

En cualquier caso, es importante que todas las asignaciones y delimitaciones de las instalaciones estén correctamente documentadas y que esta información sea accesible para los trabajadores.

 

Fecha de actualización del artículo: 27/07/2023