Existen diferentes métodos para verificar la limpieza en términos de comportamiento, presencia de microorganismos, procedimientos, etc.
En un mundo tan globalizado y conectado, en el que la información se propaga a la velocidad de la luz, resulta estrictamente necesario no solo mantener los espacios limpios, sino también demostrarlo.
La limpieza se ha convertido, ni más ni menos, en una herramienta para mejorar la imagen de marca o, en el peor de los casos, en un arma capaz de destruir la reputación de cualquier empresa.
Por ello, con el objetivo de minimizar el margen de error, es esencial verificar el estado de la limpieza de forma periódica.
A continuación, repasamos los principales métodos que existen para verificar la limpieza.
- Verificar la limpieza mediante inspección visual
- Verificar la limpieza con gel fluorescente
- Verificación de la limpieza por ATP
- Verificación de la limpieza mediante muestras microbiológicas
Verificar la limpieza mediante inspección visual
La inspección visual consiste en observar para determinar qué cantidad de ítems, objetos o espacios están realmente limpios.
La limpieza se considera óptima cuando el 80% de los ítems observados están limpios.
Entre los beneficios de este método destacamos que es inmediato y que no requiere un coste muy elevado. Sin embargo, la inspección visual, además de ser un método de verificación muy subjetivo, no permite detectar contaminación microbiológica.
En el caso de los entornos más críticos como, por ejemplo, los hospitales, la limpieza solo se daría por buena si el 100% de los ítems observados estuvieran limpios.
Verificar la limpieza con gel fluorescente
Esta técnica requiere la aplicación de gel fluorescente sobre las superficies y actúa a modo de trampa para comprobar si, tras las tareas de limpieza, este gel ha sido removido.
Igual que el método anterior, la verificación con gel fluorescente es inmediata, permite inspeccionar varias superficies a la vez y su coste no es muy elevado.
No obstante, el principal hándicap de esta técnica es que tiende a ser interpretada como un examen y, a causa de ello, el personal aplica una limpieza exhaustiva sobre los puntos que se sospecha que van a examinarse, obviando el resto de superficies y ofreciendo resultados confusos.
Verificación de la limpieza por ATP
Este método emplea la bioluminiscencia para detectar el ATP (Adenosín trifosfato), un compuesto que contienen todos los organismos vivos.
Al detectar ATP sobre una superficie, estamos detectando, por tanto, la presencia de microorganismos que pueden ser nocivos.
Este método ofrece también resultados inmediatos, ya que no requiere trabajos de laboratorio y es especialmente eficaz para prevenir la contaminación cruzada. Aun así, la verificación por ATP no puede considerarse un reemplazo de las pruebas microbiológicas habituales.
Verificación de la limpieza mediante muestras microbiológicas
Una de las técnicas de verificación más precisas que existen es la toma de muestras de las superficies para identificar, posteriormente, la posible presencia de microorganismos.
A diferencia de los dos métodos anteriores, el muestreo no ofrece resultados inmediatos, ya que requiere de un análisis exhaustivo y, por tanto, su coste es notablemente más elevado.
Esta técnica, además, requiere de personal cualificado y solo permite analizar una superficie por cada muestra.
No existe una técnica o un método mejor que otro. Simplemente, debemos preguntarnos qué es lo que queremos verificar o comprobar.
Por ejemplo, para estudiar el «comportamiento» durante las tareas de limpieza, optaremos por los métodos de inspección visual o de gel fluorescente; para medir el estado de limpieza de las superficies, emplearemos la técnica de verificación por ATP y para comprobar el estado de desinfección, recurriremos a las muestras microbiológicas.
Para que el proceso de verificación de la limpieza tenga sentido, es fundamental tomar decisiones posteriores que solucionen posibles errores y nos ayuden a mejorar.