La contaminación odorífera puede provocar ansiedad, dolores de cabeza, falta de concentración o insomnio. 

 

La calidad ambiental y el confort de los espacios inciden directamente en el bienestar de las personas. 

Por ello, cada día se cuidan más aspectos como, por ejemplo, la contaminación acústica, la incidencia de la luz solar o la ventilación de los espacios, entre otros. 

Pero la verdad, es que los olores son los eternos olvidados. Muestra de ello es que, para combatir la contaminación acústica ya se han establecido niveles máximos en los decibelios permitidos, mientras que no existe ninguna norma que controle la denominada contaminación odorífera. 

 

¿Qué es la contaminación odorífera?

La contaminación odorífera es aquella ocasionada por los malos olores que invaden un ambiente y hacen más “incómoda” la convivencia en él. 

Muchas veces, trabajamos o desarrollamos una actividad en espacios con contaminación odorífera sin apenas darnos cuenta. 

¿A qué se debe esto? Según la psicóloga Pamela Dalton, del Monell Chemical Senses Center de Filadelfía (EEUU), nos acostumbramos a los malos olores.

Si bien éstos nos impactan y desagradan cuando los percibimos por primera vez, al poco tiempo nuestra nariz se cansa y empieza a catalogar esos malos olores como información inútil. 

Sin embargo, esto no quiere decir que no nos afecte. 

 

¿Cómo nos afecta la contaminación odorífera? 

 

Los malos olores pueden derivar en ansiedad, dolores de cabeza, falta de concentración o insomnio. 

La contaminación odorífera se convierte en un problema relevante en centros sociosanitarios o residencias para la tercera edad, hospitales, gimnasios…  

Y aunque puede estar presente en muchos otros espacios, en estos últimos parecer ser un denominador común. 

La importancia de controlar los malos olores reside, no solamente en asegurar el bienestar de las personas, sino también en frenar la proliferación de gérmenes, muy presentes en los ambientes con contaminación odorífera. 

 

¿Cómo podemos combatir la contaminación odorífera? 

 

Para acabar con los malos olores debemos entender que nuestro olfato funciona únicamente con gases. Es decir, un líquido o un sólido no huele mal, sino que lo que causa el hedor son los gases liberados por éstos. 

De manera que, eliminando la materia, solo acabaremos con la fuente de contaminación odorífera pero no con la sensación de mal olor que permanece en el ambiente en forma de gases. 

Existen inhibidores o eliminadores de olores como Microdor que resultan muy eficaces contra la contaminación odorífera ya que, a diferencia de los ambientadores, no enmascaran los malos olores, sino que los desintegran.