A la hora de lavar las toallas en una lavandería es importante considerar los productos empleados, la temperatura del agua y el secado. 

 

Algunos negocios como, por ejemplo, los hoteles, gimnasios e incluso los centros médicos y hospitales, ponen al servicio de sus usuarios toallas para mantener la higiene, en cada caso, con finalidades diversas. 

La alta rotación de personas en estos espacios y el uso masivo de las toallas, obliga a los profesionales a tener que afrontar el lavado de grandes volúmenes de toallas y otros textiles en la lavandería. 

A continuación, repasamos aquellos factores que determinan el nivel de eficiencia en el lavado de las toallas. 

 

¿Toallas nuevas? Lávalas aparte 

Ante todo, es importante tener en cuenta que todas las toallas (nuevas o no) deben ser lavadas aparte y no con el resto de prendas de la colada. 

Por lo que respecta a las toallas nuevas, éstas acostumbran a desprender grandes cantidades de hilos y pelusas durante el primer lavado. 

Otro factor que también afecta a las toallas sin estrenar es el color o tinte que, en ocasiones, puede llegar a desprenderse.

Para evitar que el resto de la colada se vea afectada por el tinte o por las pelusas desprendidas, lavaremos las toallas nuevas aparte de las viejas. 

Por otra parte, si una toalla está muy manchada, también la trataremos aparte antes de mezclarla en la lavadora con el resto de sus homónimas. 

 

¿Qué productos debes usar para lavar las toallas? 

 

Para el lavado de toallas usaremos detergentes, suavizantes y desinfectantes. Eso sí, la frecuencia y las dosificaciones juegan un papel muy importante. 

Por lo que respecta al detergente, utilizaremos menor cantidad (aproximadamente la mitad) que la que utilizamos para una colada ordinaria. Así conseguimos alargar la vida útil de las toallas sin renunciar a su limpieza. 

En cuanto al suavizante, tendemos a abusar de él por el acabado sedoso que deja en las toallas. 

No obstante, el abuso de suavizante hace que las toallas mermen su capacidad de absorción y se desgasten más pronto. 

Así, se recomienda utilizar suavizante cada dos o tres lavados. 

Los desinfectantes nos ayudan a eliminar los gérmenes que permanecen en las toallas. Aun así, también debemos limitar su uso para evitar que éstas se vean dañadas. 

 

Controla la temperatura del agua durante el lavado 

La temperatura del agua juega un papel esencial en el acabado de las toallas. Y es que debemos encontrar el equilibrio entre la desinfección y la durabilidad de éstas. 

Es sabido que cuanto más alta es la temperatura, menor resistencia presentan los gérmenes. Pero también es así para las toallas. Si lavamos estas prendas a temperaturas muy altas, debilitamos sus fibras y atacamos directamente a su durabilidad.

Por ello, la temperatura adecuada para el lavado de toallas se encuentra entre 40ºC y 60ºC. 

 

El secado de las toallas, clave para mantener la higiene 

 

El exceso de humedad siempre se convierte en un problema. Por ello, el secado de las toallas juega un papel muy importante. 

Con un secado correcto conseguimos evitar los malos olores y la proliferación de gérmenes, ambos derivados de la humedad. 

Las secadoras nos permiten eliminar el exceso de humedad, a la vez que ofrecen un acabado suave en las toallas. 

Por lo que respecta al planchado, se recomienda evitar el uso de planchas de vapor ya que, éstas humedecen las toallas que posteriormente van a ser dobladas y guardadas.