Los malos olores son capaces de determinar la experiencia y percepción que tienen los usuarios de nuestro negocio hacia el lado negativo. 

Negocios como, por ejemplo, comercios, centros deportivos o residencias para la tercera edad, tratan de asegurar que la experiencia de sus usuarios sea lo más satisfactoria posible. 

Pamela Dalton, psicóloga del Manell Chemical Senses Center de Filadelfía (EEUU), habla de los malos olores como una percepción sensorial temporal. 

Dalton expone que “con el tiempo, el cerebro se empieza a filtrar como información inútil los olores habituales recogidos por la nariz”.  

Así, nuestra nariz acaba “acostumbrándose” a los malos olores después de cierto tiempo.  

Aun así, el impacto sigue siendo negativo cuando se entra a un espacio y se percibe contaminación odorífera. 

Existen dos vías para combatir los malos olores en los espacios públicos: 

La primera, consiste en actuar directamente sobre las fuentes de contaminación que, en la mayoría de los casos, suelen ser de carácter biológico, para así prevenir la contaminación odorífera. 

La segunda, se basa en “atacar” a los malos olores con productos específicos para ese fin.  

En Papelmatic disponemos de Microdor, un eliminador de olores enzimático que desintegra las partículas malolientes en vez de enmascararlas como hacen los ambientadores.