Un estudio publicado en 2017 por la revista Nature revela que las esponjas y estropajos de cocina son el microhábitat perfecto para muchos gérmenes. 

Si bien existe ya una normativa que restringe el uso de bayetas y paños en la industria alimentaria y los servicios de restauración colectiva (proponiendo el papel de un solo uso como alternativa más higiénica), todavía no existe una norma escrita que advierta de los riesgos de usar estropajos o, mejor dicho, de no asegurar las condiciones higiénicas de los mismos en las cocinas. 

¿Cuáles son los lugares preferidos de los gérmenes?

Pongámonos en el lugar de un microorganismo que está buscando un lugar confortable para quedarse: 

  • En primer lugar, los usuarios manejan las esponjas con las manos. Es decir, existe un contacto directo con la piel. ¿Qué quiere decir esto? Muchos gérmenes se encuentran ya en nuestra dermis, de manera que nosotros mismos actuamos como meros medios de transporte. 
  • Los estropajos y esponjas entran en contacto con restos alimenticios. De hecho, su principal función consiste en eliminar estos residuos. Pero en ocasiones, conseguimos eliminarlo únicamente de la vajilla o superficie que limpiemos, sin poder evitar que se queden impregnados en el mismo estropajo. ¿Qué supone esto para los microorganismos? Básicamente los estamos alimentando. 
  • Por último, la humedad presente siempre en los estropajos y esponjas proporciona el confort ambiental idóneo para la proliferación de gérmenes. 

En otras palabras, estamos ofreciendo a los microorganismos un espacio confortable y energía para subsistir. 

Nuestro consejo 

¿Quiere decir esto que debemos dejar de usar estropajos y esponjas? No exactamente. El mismo estudio determina que para evitar la proliferación de gérmenes y asegurar la higiene de estos elementos de limpieza, debemos reemplazar los estropajos y esponjas, al menos una vez a la semana.